viernes, 26 de agosto de 2011

EN EL RECUERDO: Pregón de Semana Santa de 1998


Pregonera: Dña. Luisa Fernanda Rudi


Autoridades, Presidente de la Junta Coordinadora de Cofradías, Hermanos Mayores, Decanos, y Presidentes de las Cofradías, Cofrades, Señoras y Señores:
Es para mi un honor, estar hoy aquí como Pregonera de ésta, nuestra Semana Santa zaragozana de 1998, honor que debo de agradecer en primer lugar a la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro, y a las demás cofradías integradas en la Junta Coordinadora.






Pregonar significa, anunciar, y hoy nos encontramos aquí todos reunidos para anunciar la conmemoración de la última semana de la vida de Jesucristo como hombre. Casi dos mil años después de que estos hechos ocurrieran, los cristianos de todo el mundo en estas fechas rememoramos la Pasión y Muerte de Jesús.
Pasión y muerte que supuso el cumplimiento estricto de su misión como hombre en la tierra, que no era otra que morir para con su sangre redimir al mundo.
Muy distintos son los acontecimientos que se sucedieron a lo largo de esos siete días; mañana celebraremos la entrada de Jesús en Jerusalén, triunfante, rodeado de sus discípulos y del pueblo, que, reunido para celebrar la Pascua Judía, sin embargo lo aclamaba. Ha llegado su hora; Jesús entra en Jerusalén cumpliendo la profecía de Zacarias (Zac. 9.9) "! Exulta sin mesura, hija de Sión, lanza gritos de gozo, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu Rey; justo El y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino cría de asno".
Que contraste más significativo el de Jesús, aclamado por el pueblo que le canta !Hosanna al Hijo de David! !Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey de Israel! ! Hosanna en las alturas! mientras va montado en un humilde pollino.
Rey y humilde al mismo tiempo, no entra en Jerusalén rodeado de los símbolos propios de la realeza, con su actitud parece más bien querer anunciar algo a lo que da respuesta en otro pasaje de la Pasión, cuando es preguntado por Pilatos: ¿Eres tu, el Rey de los judíos? y responde: "Tu lo has dicho", para en otro momento decir " Mi reino no es de este mundo".
En el relato que de esta amarga semana los Evangelistas nos han transmitido observamos constantemente la dualidad de la Naturaleza Divina y humana de Jesucristo; entra en Jerusalén aclamado como Hijo de Dios pero montado en un pollino; celebra la Última Cena con sus discípulos donde instituye el sacramento de la Eucaristía, convirtiendo el pan en su carne y el vino en su sangre, y posteriormente sufre y se angustia hasta sudar gotas de sangre en el huerto de Getsemaní, como cualquier ser humano ante la cercanía del cruel tormento.
Siente el abandono de aquellos que lo habían dejado todo por Él, y le habían acompañado en sus tres años de vida pública, y hasta es negado, por quien momentos antes le había hecho uso de su espada para defenderlo en el momento de su prendimiento.
Los mismos que le aclamaban como Rey ayer, hoy se han convertido en una turba irracional y vociferante que tiene sed de sangre, y que cuando Pilatos, consciente de que tiene delante a un inocente, sin atreverse a tomar una decisión justa les pregunta: "¿A quién queréis que deje en libertad? ¿a Barrabas o a Jesús, a quien llaman el mesias? " contestan sin dudar: "a Barrabas".
Y Jesús inicia con la cruz a cuestas el Camino del Calvario, humillado, azotado, coronado de espinas, y abandonado por casi todos; y ya en la Cruz nos deja el testimonio de sus últimas palabras llenas de contenido y mensajes divinos.
Pide el perdón para los que le han sometido a suplicio hasta la muerte, simbolizando en ello a todos los seres humanos a los que ha venido a redimir.
Perdona al ladrón arrepentido y le promete el Paraíso, como muestra una vez más de que el arrepentimiento es un buen camino para llegar a Dios.
Convierte a María, su madre, en madre de todos los humanos y por tanto a nosotros en sus hijos. !Cuanto sabemos los zaragozanos y todos los aragoneses de la cercanía de nuestra madre la Virgen del Pilar!, a las puertas de cuya Basílica nos encontramos.
Al limite de sus fuerzas como hombre le grita al Padre por el dolor de su abandono, y da muestras una vez más de una necesidad insatisfecha, la sed.
Por fin todo acaba; su misión, aquella para la que fue enviado a la tierra naciendo de la Virgen María hace treinta y tres años en Belén ha sido cumplida, a costa de su vida y de su sufrimiento y El vuelve al Padre.
La Muerte de Jesús, es forma de entrega a los demás, pero también es fiel reflejo de la violencia humana, Dios permite que maten a su Hijo como muestra de la lucha y la injusticia existente en la tierra; como a uno más, las leyes opresoras le mataron.
Jesús predica su Evangelio y anuncia su reino de Amor especialmente para los demás desposeídos, no predica la muerte, aunque haya venido a este mundo a morir, sino anuncia un reino universal, y una vida de entrega mutua y esperanza.
!Cuantos hechos y circunstancias de la vida actual no son fiel reflejo, con otro aspecto eso si, de las injusticias y crueldades cometidas hace veinte siglos en la persona de Jesucristo!. ¿La humanidad hoy esta más cerca de Jesucristo que aquellos que entonces lo martirizaron y asesinaron? Seguramente no, los hombres seguimos siendo injustos y crueles con nosotros mismos, y por tanto hemos construido una sociedad con esas características.
Sin embargo, también en la caídas de Jesús Camino del Calvario podemos encontrar el simbolismo de nuestra sociedad, que a pesar de sus errores, injusticias y crueldades, camina día a día hacia delante en el empeño de construir una sociedad mejor, más solidaria y respetuosa con todos.
Antiguo es el origen de nuestra Semana Santa, vinculado históricamente a la aparición en Zaragoza allá por el siglo XIII de dos Instituciones, por un lado la Venerable Orden Tercera de San Francisco de Asís, fundada en 1219 por Fray Juan Parente de Florencia y por otro la Muy Ilustre, Antiquísima y Real Hermandad de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo y Madre de Dios de Misericordia fundada en el Convento de San Francisco, que ya en 1280 tenía una Capilla propia en la Iglesia conventual, y que entonces como ahora, entre sus misiones, tenía la de recoger los cadáveres abandonados.
Largo ha sido el camino recorrido desde entonces para llegar hasta las actuales cofradías que en número veintitrés componen la Procesión del Santo Entierro cada Viernes Santo, algunas como las de la Sangre de Cristo, ya citada, o la Hermandad de San Joaquín con varios cientos de años de historia, otras como las Cofradías de "Jesús de la Humillación", del "Cristo Abrazado a la Cruz" o la de "Nazarenos de Ntro. Sr. Jesús de la Humildad" con apenas seis años de vida, pero todas tienen en común el deseo de sus cofrades de vivir intensamente la Semana Santa.
A partir de mañana la vida de la ciudad cambiará, se abrirá un paréntesis y su imagen será otra, saldremos a sus calles y plazas los cofrades; hombres, mujeres y niños, con tercerol o capirote, con bombo o tambor o quizás simplemente portando una vela encendida, pero todos lo haremos con la ilusión de acompañar a nuestras imágenes, a su paso por las calles de la ciudad.
Y así desde el Barrio Oliver, desde el Arrabal, desde el Portillo, desde Las Fuentes, desde tantos y tantos lugares irán saliendo los pasos: saldrá la Dolorosa y el Nazareno, Jesús Atado a la Columna, y el Descendimiento, La Piedad, y la Santa Cena, presenciaremos en esta misma Plaza del Pilar, el "Encuentro entre Jesús Camino del Calvario y su Madre la Virgen María", escucharemos la música de nuestra jota, cantando "las lágrimas de Nuestra Señora" las calles se convertirán en lugar de oración al paso del Vía Crucis, reviviremos día a día los pasajes más importantes de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Por fin una vez reunidos todos los pasos en la Iglesia de Santa Isabel, se abrirán sus puertas a las siete de la tarde del Viernes Santo y las trompetas y tambores anunciarán la salida de la procesión del Santo Entierro, momento cumbre de nuestra Semana Santa, entonces los más de quince mil cofrades, integrantes de las veintitrés cofradías de Zaragoza, darán vida a un Vía Crucis completo, con todos los misterios de la Pasión, casi dos mil años después las calles de Zaragoza se convertirán en las calles de Jerusalén, y todos cofrades y pueblo penitente acompañaremos a Jesús y a María su Madre, en tan crueles momentos.
Zaragozanos, quizás nuestros pasos no tienen el valor artístico de los de otras ciudades, pero nuestra Semana Santa, se puede definir con tres palabras: Seria, Sobria, y Espiritual, cualidades todas ellas que van fuertemente unidas al carácter aragonés; deseo y os pido que en estos días seamos capaces de meditar y reflexionar sobre el hondo significado de cada una de las imágenes que pasen por nuestras calles, de entender el simbolismo de esas escenas, que hoy con otros protagonistas siguen sucediéndose, y que conscientes de ello entre todos intentemos construir un mundo mejor, donde los hombres de todas las razas, y de todas las religiones encuentren acomodo, donde ningún hombre se crea con derechos sobre otros, donde no exista el hambre, la guerra, la injusticia o la opresión, un mundo es una palabra donde hayan tenido arraigo los principios predicados por Jesucristo.
                                                                        


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