viernes, 2 de septiembre de 2011

EN EL RECUERDO: Pregón de Semana Santa de 2010

Pregón de la Semana Santa de Zaragoza. Año 2010

Sean mis primeras palabras de agradecimiento a la Junta Coordinadora por darme la oportunidad de ser pregonero de la Semana Santa de Zaragoza 2010, lo cual es para mi un gran honor que siempre guardaré en mi memoria y especialmente, por ser ella la que me ha propuesto, a la cofradía del  Ecce Homo, una Cofradía que, aunque no es de las mas numerosas, si que tiene a muchos zaragozanos que le son devotos, y le acompañan, especialmente, cuando pasa el puente de Piedra, uno de los momentos mas bellos de nuestra Semana Santa.





Hay muchas formas distintas de vivir la Semana Santa. Para unos es una manifestación cultural de Aragón, de su ciudad o de sus pueblos; Buñuel contribuyó a ello dando a conocer al mundo Calanda, el Bajo Aragón y sus tambores. Para otros, es una forma de mostrar la solidaridad o el hermanamiento entre pueblos o rutas del tambor. Son muchos los que aprovechan estos días para volver a sus lugares de origen y ver a los amigos de la infancia. Hay quien aprovecha la ocasión para salir con la familia y  descansar recorriendo las calles.

Para los cofrades representa, en unos casos, la posibilidad de tocar, cada vez mejor, el tambor, el bombo o la carraca o la matraca. Algunos en su cofradía han establecido sólidos lazos de amistad y de afecto y hasta se han casado con un chico o una chica que han conocido tocando el tambor. Pero además,  las cofradías, que antes estaban hechas para acompañar a la familia del difunto el día del entierro y así figura en numerosos documentos notariales del siglo XIV  y XV, hoy cumplen a lo largo del año una labor callada de apoyo a los que más lo necesitan, bien estén en las cárceles, en un refugio, enfermos o solos en su casa. No debemos olvidarnos de esto.

Para los creyentes, la Semana Santa es más, mucho más. Recuerda la muerte de Jesucristo, el dolor, la incomprensión, la traición, la postura de Pilatos lavándose las manos, el grito desgarrador de ¡Eli, Eli lama sabachtani! ¡Dios mío Dios mío por qué me has abandonado!, el amor de una madre, el apoyo de los amigos o discípulos que acompañan en los momentos difíciles, la escena del Cirineo ayudando a llevar la cruz, o el perdón al buen ladrón.

Pero hay algo más importante: la resurrección; que después de la muerte no está la nada, que la muerte no es el final del camino; que el camino continúa aunque no sepamos con certeza ni cuándo, ni por dónde ni cómo, y eso en algunos momentos nos angustie. Debiendo ser respetuosos con los que no creen, hay reconocer que es una suerte creer en ello.

Yo no soy un teólogo, soy un zaragozano, hijo, nieto y biznieto de zaragozanos y por eso les voy a contar algunas cosas, las que más me gustan, de la Semana Santa que he vivido.

De niño, recuerdo los Oficios de jueves donde siempre  se entraba con calor y se salía con un viento y un frío que pelaba. La noche del Jueves Santo, cuando iba con mis primos a ver sacar con cuerdas a los pasos de la procesión del Silencio, en la parroquia del “Gancho. El ambiente que había, y hay, partir de las 11 de la noche en la plaza de San Cayetano esperando la llegada de la procesión de los Jesuitas y la salida de la Piedad. El Viernes Santo era una tradición ir con mi padre y mis cinco hermanos a ver la procesión de las Siete Palabras, que fue la que introdujo los tambores en Zaragoza; Y por la tarde, a la procesión del Santo Entierro, donde uno de mis tíos nos impresionaba recitando de memoria los nombres de las doce tribus de Israel. También recuerdo haber visto alguna vez lo que se llamaba el pisacallos, los soldados romanos despejando la Iglesia de San Cayetano dando golpes en el suelo con sus picas.
De mayor empecé a salir en la Cofradía del Descendimiento, primero con una vela, no había tambores, después en el paso, hasta que un día fallaron los dos que iban dirigiéndolo y, otro amigo y yo nos tuvimos que hacer cargo del mismo. Recuerdo cuando encaramos la calle Cerdán, muy estrecha, con adoquines y llena de gente y le dije a mi compañero: “por aquí no pasamos, no cabemos, si nos equivocamos y se nos va el paso aplastaremos a alguno contra la pared del mercado central”. Menos mal que tuvimos la suerte de meter una rueda del paso en la vía del tranvía y seguimos adelante. Luego, empezaron a salir mis tres hermanos que han estado viniendo desde Bélgica, donde vivían, a sacar el paso del Descendimiento durante treinta años y después mis hijos, mis sobrinos, hasta treinta y cinco de la familia.

¿Porque suenan las carracas, las matracas y los bombos de Aragón? Para recordar lo que dice el evangelio que cuando murió Jesucristo el velo del templo se rasgo y toda la tierra tembló. Pero recordad, que tres días mas tarde sonarán las campanas y las trompetas para anunciar que después de la muerte hay resurrección.

Como pregonero, anuncio al pueblo de Zaragoza que durante esta semana procesionarán 24 cofradías por las calles de la ciudad; Más de 15.000 cofrades, 7.000 tambores y bombos; 50 procesiones…700 años de historia.

Cofrades, hoy comienzan siete días importantes en el año; os animo a que con el sonido de vuestras matracas, carracas, tambores y trompetas, anuncies a todos los zaragozanos un mensaje de esperaza y de fe: que después de esta vida hay otra;  y que, como dice el Evangelio, El que cree en Mi no morirá para siempre.

Zaragoza, 27 de marzo de 2010
Fernando García Vicente
Justicia de Aragón

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